Juicio y reseña

Cidade, 2005.
(c) Paulo Cesar.
A partir de un corpus de reseñas de libros traducidos, publicadas durante diez años (1999-2008) en los suplementos culturales de los principales diarios españoles (El País, El Mundo, La Vanguardia, ABC), se procede al análisis de los juicios de calidad de las traducciones reseñadas para analizar qué estructuras de expectativas, qué métodos de valoración, qué condicionantes sociales y literarios muestran estas valoraciones. 

[...] Al observar, en primer lugar, la correlación entre el número de valoraciones positivas (y muy positivas) y las condiciones de críticos y traductores, se observa cierta propensión al elogio entre pares o afines. Así, el mayor número de valoraciones positivas a las traducciones hechas por escritores (44) provienen de aquellos críticos que son, a su vez, escritores; los especialistas reciben la mayoría de las valoraciones positivas de los profesores universitarios (38) y de un grupo afín, los ensayistas-traductores (28); los poetas, de los distintos subgrupos de poetas (poeta, 70; poeta-profesor, 86; poeta-traductor, 39); los profesores universitarios de su mismo grupo (56) y de los poetas-profesores (33). Podría verse en esta correlación, por tanto, una característica que se repite en las investigaciones sociológicas relativas al juicio, la valoración y el gusto: por una elección consciente o inconsciente, los miembros de un determinado grupo social o intelectual acaban por compartir preferencias con sus afines; cuando este grupo pertenece a la fracción dominante --y el ámbito de los intelectuales lo ha constituido en la modernidad, dentro de sus constantes luchas-- tiende a observarse una voluntad por universalizar la posición propia, es decir, un intento por establecer el gusto del grupo como gusto legítimo.

Al analizar, en un segundo paso, las valoraciones negativas (y muy negativas) en relación a los distintos estatutos intelectuales, se observan ciertos rasgos complementarios a este primer punto. En este caso, las valoraciones se concentran casi por completo (194 de un total de 253) entre los traductores no-veteranos. El desglose de esta acumulación revela algunos detalles particulares, puesto que una parte importante de estas críticas provienen de escritores (23), de distintos subgrupos de poetas (35) y de profesores universitarios (78); este último caso resulta especialmente notable, ya que las críticas negativas a traductores suponen casi la totalidad (85) de las críticas negativas planteadas por profesores. Estas tendencias permitirían sugerir, más allá del "gusto de grupo" ya mencionado, una reivindicación de exclusividad de los saberes --estilísticos o documentales-- propios del grupo.

[...] En lo que concierne a esta investigación, el concepto de "creencia" se revela sobremanera útil, en tanto que numerosos detalles del corpus recopilado (alta diversidad de lenguas, reconocimientos de los propios críticos) y las mismas condiciones de producción de la crítica literaria --cimentada en la actualidad, la rapidez semanal-- indican que no suele existir una comparación entre originales y traducciones; es decir, que el juicio de calidad se realiza a partir de "señales" del texto traducido. Dada esta condición, parece lógico, por tanto, que las bases del juicio se hallen, como se postula en esta investigación, en las pre-disposiciones del campo al que pertenecen los críticos: el gusto de clase, la estética de época/grupo y el capital simbólico, es decir, el prestigio previo del traductor, la editorial, etc.

Asimismo, cabría replantear la hipótesis de una variación grupal de las normas de traducción: tanto las normas seguidas por el traductor como las aplicadas por el lector/crítico a la hora de juzgar el texto, varían y se establecen (de manera tal vez inconsciente, es decir, educada, adquirida) de acuerdo con el origen, la "clase intelectual" de la que procede el traductor. De la misma manera que se han analizado e identificado ciertos empleos léxicos y sintácticos, asociados a grupos y clases sociales, que orientan la reacción de los hablantes al reconocerlos, cabría plantearse si, además del "nombre" y el "prestigio", la presencia u omisión de ciertas disposiciones en el texto (p. ej. ciertos térmimos especializados, la "fluidez" de redacción) sitúa al lector ante la "clase intelectual" a la que pertenece el traductor, dando al conjunto de la de la traducción una imagen clasificatoria que se impone a sus posibles detalles o errores. Esta hipótesis permitiría explicar por qué, con relativa frecuencia en el corpus estudiado, un crítico rechaza o aprueba el conjunto de una traducción aduciendo un solo ejemplo o rasgo que no determina, por fuerza, la calidad del conjunto.

FERNÁNDEZ, Fruela. "Las condiciones sociales del juicio. Aportaciones al estudio de la recepción crítica de literatura traducida" [artículo íntegro], en Quaderns. Revista de traducció 18, 2011.