Los coleccionables


Desde rosarios y dedales hasta cursos de inglés en fascículos. Todo es susceptible de ser coleccionable. Septiembre es el mes de los nuevos propósitos, algo que las editoriales aprovechan para sacar a la venta los primeros fascículos de interminables colecciones. Buen precio y regalos extra son los reclamos del primer paquete.
La crisis no parece afectar a este sector, que factura anualmente 242 millones de euros según la Federación de Gremios de Editores de España. En este mismo sentido se pronuncia Eduardo Acín, director de Marketing de RBA Coleccionables, que destaca que "la actual coyuntura económica no ha modificado la composición del portafolio en este otoño". La recesión ha pasado de largo para el mundo de los coleccionables, que viven su particular temporada alta en septiembre, un mes en el que los quioscos de prensa se ven invadidos por una auténtica avalancha de la índole más variopinta.
Como novedades de esta temporada destacan el lanzamiento de una nueva colección del prestigioso sello británico Osprey Publising, una coleccionable de grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial o dos nuevos cursos de dibujo y pintura y un curso de baile. A ellas se suman los tradicionales fascículos de insectos disecados, vajillas infantiles decoradas con dibujos de Disney, relojes antiguos, manuales de punto de cruz, abanicos, dedales, soldaditos de plomo o los inevitables cursos de inglés.





La mayoría de las colecciones comienzan en septiembre, época ligada tradicionalmente al inicio del curso, aunque algunas se suceden en el tiempo como la colección de rosarios, que cada semana sorprende a propios y a extraños con un nuevo modelo. "Estos fascículos de rosarios causaron furor el pasado invierno, y durante semanas se nos agotaban el mismo día que llegaban", declara Mari Carmen Valero, propietaria de un quiosco en Getafe que cada año se ve sorprendida por las inéditas ideas de las editoriales.

"Se vende de todo", sobre todo los primeros fascículos de cada colección, por el precio tan asequible que tienen, "casi nunca superan los 1,95 euros", sentencia estufacta entre cientos de cartones con nuevos números de coleccionables. Sin embargo, se queja de los problemas de almacenamiento que ocasiona tan abrumadora oferta y del escaso margen de beneficio que les deja cada ejemplar vendido, en torno a un 19%.


Lo barato sale caro

La demanda comienza a disminuir con el paso de los meses y los quioscos comienzan a desploblarse de tan singulares colecciones. Y es que, la ganga de la primera y, tal vez, la segunda entrega, se acaba con los siguientes números. Desde la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) se advierte de un incremento medio en el precio de un 150%. Por esta razón se recomienda que los que se animen a coleccionar se aseguren del coste total, el número de entregas y el tiempo que llevará la colección, algo que no siempre es fácil, declaran desde la institución. También recomiendan a los coleccionistas informarse sobre las posibles "ediciones especiales", ya que éstas llevan consigo, normalmente, "precios especiales".

Además, desde la CECU advierten de la importancia de leer la letra pequeña y llaman la atención sobre los rótulos prácticamente invisibles que se encuentran en los extremos de los cartones. "Hemos encontrado una colección de libros con una foto de todos los números, y en una breve línea se detalla que la editorial se reserva la posibilidad de cambiar el título de los libros". En otros casos, la editorial advierte, en letra minúscula, de que "se reserva el derecho cambiar el precio y el número de entregas".

RAMÍREZ, David. "Coleccionables: las editoriales sacan pecho frente a la crisis", en Cincodias.com, 03/09/2009.