Un Pierre Pevel



El rompecabezas francés en que estos días intento hacer encajar cada pieza me transporta a las calles de un París de época donde dragones, duelos e intrigas me sorprenden a la vuelta de la esquina, en cada página. Puede que por ello esta novela esté destinada a caer en manos sólo de unos pocos... aunque, en el universo libresco, chi lo sa? Por el momento, va tomando forma con otras palabras que no son las suyas, y parecen requerir especial atención las recreaciones del espacio, las descripciones sombrías y el diálogo ágil, vivo, en ocasiones plagado de dobles sentidos e ironías que le dan cierto tinte de humor. La nota discordante la tocan sorprendentes seres mitológicos que comparten escena con personajes predecibles e intervienen cuando uno menos lo espera.

Por otra parte, los capítulos cortos de prosa fluida y cuidada esconden pastiche de capa y espada y abundantes referencias intertextuales. Me parece representativa, por ejemplo, la velada alusión a María Magdalena cuando se habla de una prostituta que lleva este nombre, o una frase puesta con ironía en boca de la misma Magdalena: "la Cour des Miracles", la corte de los milagros. Sin duda, se trata de un guiño a Nuestra señora de París, de Víctor Hugo, donde el autor denomina así una zona de París habitada por desalmados que durante el día fingen ser tullidos, ciegos o sordomudos junto al mercado de Les Halles y, de noche, recuperan "milagrosamente" la salud para gastar en alcohol y favores sexuales el dinero mendigado.

Y ahora permitid que me vuelva a poner la capa y la espada para perderme en las calles de París...