El telégrafo y las naranjas


Si el de esta entrada fuera el título de un libro, quizá a alguien se le antojaría una fantasía onírica de mente iluminada o una burda estrategia de mercadotecnia. Porque, no nos engañemos, ¿qué tendrá que ver el telégrafo con las naranjas?

A mí no me miren. Fue el estadounidense George Henry Calvert (1803-1889) quien en 1875 tuvo la ocurrencia de comparar la traducción con el telégrafo poco antes inventado, que transmitía grandes mensajes de tierras y tiempos lejanos, de personas con espíritu rico y profundo para que sus semejantes pudieran extraer de ellos verdades y conocimientos en cualquier rincón del planeta. Aunque los mensajes perdieran su condición de novedad en el camino, siempre quedaban la esencia, el significado, los sentimientos que los acompañaban e incluso buena parte de su belleza. "¿Acaso nos negaremos a comer naranjas sólo porque en la traducción (o lo que es lo mismo, en el traslado) de Cuba a nuestros paladares han perdido algo de su sabor?", se preguntaba.

Calvert ejerció como editor, ensayista, dramaturgo, poeta y biógrafo. También como traductor. Estudió en Alemania, donde conoció a Goethe, cuya correspondencia con Schiller se encargó él mismo de traducir y publicar en 1845. Y en 1840, poco antes de establecerse definitivamente en Rhode Island, había realizado otro viaje a Europa que le había permitido conocer a William Wordsworth en persona.

La premisa de que parte su teoría es que en un poema traducido el lector espera captar la mayor esencia posible del original, es decir, la mayor poesía. Nos sentamos a leer un poema, no una relación de hechos ni una exposición histórica, crítica o filosófica; un poema, sólo que vestido con otras palabras.

Por eso el traductor de un poema tiene un deber mucho más elevado y sutil que el de reproducir las palabras y a través de ellas verter la página en su propia lengua. Ha de mostrarse activo, dispuesto a crear y transportarse luego a la mente, a la actitud mental del poeta al que traduce, sintiendo y viendo lo que el autor original vio y sintió. Se trata de traducir desde dentro del poema, no desde fuera.


Referencia
CALVERT, George H. "Dante and his latest translators" [artículo íntegro], en Essays Aesthetical, 1875.