Eduardo Barriobero, el primer traductor de Rabelais

Ilustración para Gargantua, de François Rabelais, publicada en
Oeuvres de Rabelais (París: Garnier Freres, 1873), Libro I, vol. 1, cap. XXXVIII, p. 117.
Gustave Doré (1832-1883).
Hace algunos años, y dentro del marco de los estudios cervantinos, la casualidad me llevó a un escritor desconocido. Obedecía al nombre de Eduardo Barriobero y Herrán. Había nacido en 1975 en Torrecilla de Cameros, cuna de Práxedes Mateo Sagasta, cabeza del partido liberal y varias veces presidente del Gobierno en las últimas décadas del siglo XIX. Barriobero murió, fusilado por las tropas franquistas, en 1939 en Barcelona. El vínculo del paisanaje despertó mi curiosidad inicial, que aumentó al comprobar que entre la producción intelectual de Barriobero figuraban varias ediciones de Rabelais en lengua española. En una de ellas aparecía el epígrafe "Rabelais en España", que ha de considerarse el arranque de la fortuna del autor francés en el ámbito hispánico. Un estudio más detenido de este personaje reveló que había sido un brillante intelectual, destacado político, conocido abogado anarcosindicalista, activo colaborador en la redacción de publicaciones periódicas, director de alguna de ellas, escritor no desdeñable y traductor de autores franceses. Versatilidad tan extraordinaria avivó aún más mi interés, hasta percibir que Barriobero formó parte de aquel sector de la vanguardia española silenciado por las balas de los insurrectos de 1936 y por la represión de la dictadura franquista. [...] Es en este contexto de libertad donde empiezan a gestarse las traducciones de Rabelais, que entrarán en regresión en el periodo franquista.

[...] De la biografía de Barriobero, que ha sido preciso reconstruir, se desprende que poseyó una alta conciencia social, lo que le llevó a participar en la lucha por las libertades democráticas, en particular en aquellos movimientos reivindicativos de los derechos de las clases populares y en las protestas ciudadanas contra los abusos de poder. [...] Se produjeron desórdenes y, para evitar su detención, se exilió en Francia. Nicolás Estévanez, exministro republicano, puso a Barriobero en contacto con editoriales galas y ese modo de subsistencia constituyó el contacto inicial con Rabelais y otros autores franceses, clásicos y contemporáneos, con los que llegó a mantener relaciones epistolares, caso de Émile Zola (1840-1902). [...] A su regreso a Madrid, López del Arco, escritor y librero, se ocupó de la edición de Gargantúa, que lleva como subtítulo "Primera versión castellana, con un estudio crítico-biográfico del autor, notas y un vocabulario explicativo de algunas palabras y nombres emblemáticos, por Eduardo Barriobero Herrán". [Madrid: López del Arco (Imp. Felipe Marqués), 1905; 323 p. (Biblioteca clásica filosófica)]. Resulta esclarecedor observar cómo la primera edición española de Gargantúa se realizó con criterios absolutamente modernos (estudio biográfico, edición anotada y glosario onomástico), que hasta hoy siguen las ediciones de clásicos universitarios.

Rabelais, François. Gargantúa. López del Arco, c. 1910.

Por otra parte, la primera edición de Rabelais coincidió con un año cervantino, como fue el de 1905. [...] Barriobero, a la vez que imprimió su edición de Rabelais, dio a conocer una serie de escritos cervantinos: Cervantes de levita. Nuestros libros de caballería, Don Quijote y Sancho Panza: ópera cómica, Don Quijote de la Mancha: comedia lírica en cuatro actos, Las mujeres del "Quijote" y Los lugares del "Quijote". De este modo, Barriobero desarrolló una labor editora en la que conjugó la traducción de Rabelais con la elaboración de ensayos cervantinos. A partir de estos momentos la preocupación por ambos autores correría en paralelo, pues Barriobero volvería a imprimir una segunda serie de escritos cervantinos con motivo de la conmemoración del Quijote de 1615 y seguirá editando a Rabelais a lo largo de toda su vida como escritor. La fortuna de Rabelais en España partió así de un año cervantino y, aunque la interacción entre ambos autores no pudo ser desarrollada por Barriobero, estableció una asociación cuya potencialidad acabaría siendo explotada. Como no podía ser de otro modo, este mérito correspondió al hispanismo francés. De entre la amplia nómina de investigadores (los Redondo, Chevalier, Canavaggio, Ly y tantos otros) me permito destacar por diversos motivos a Monique Joly, especialista en la aplicación de los motivos transgresores rabelesianos (la burla, la locura, la necedad, el erotismo, la comida, el vino, la muerte y la resurrección, etc.) como nuevo modo de aproximación al vasto universo del Quijote.

[...] El paso siguiente lo dio Barriobero en el periodo comprendido entre 1905 y 1910, pues amplió la traducción de Gargantúa incorporando los libros de Pantagruel. Una vez acabada, buscó editor, que resultó Isidro Ibarra Ooro. Sin embargo, a pesar de estar concluido la obra y haber sido estructurada en seis tomos para la impresión, sólo el primero acabó viendo la luz. Esta versión de Gargantúa se imprimió en 1910. En las "Advertencias" finales hizo saber que destinaba el tomo VI a un "Glosario que contendrá la explicación de algunos pasajes a los que han atribuido los comentaristas curiosas interpretaciones y alusiones políticas. A continuación, y en el mismo tomo, insertaremos un vocabulario explicativo de los nombres emblemáticos que con frecuencia usa el autor. Creemos que ha de ser más cómodo para nuestros lectores el manejo de estas claves en ejemplar separado, que el procedimiento seguido hasta hoy de interrumpir la lectura con acotaciones y notas". Y más adelante añadió: "En el tomo dedicado a Glosario y Vocabulario han de encontrar nuestros lectores cuanto a su buen sentido hayan ocultado los giros originalísimos y las construcciones sintásicas caprichosas de Rabelais. No hemos querido seguir el ejemplo de algunos editores franceses que han velado y envuelto entre las flores de la retórica moderna los vocablos y los giros pornográficos de Rabelais; el respeto que de todos merecen las obras de este sabio maestro será el perdón para estas crudezas que el traductor no se cree con autoridad bastante para suprimir." Años más tarde, en el "Prólogo" a la edición de 1923 y dentro de un epígrafe tan revelador como "Rabelais en España", Barriobero contará la peripecia del proyecto editorial frustrado: "A los dos año de ímprobo trabajo di fin a mi tarea. Había puesto en idioma español el Gargantúa y los cuatro libros de Pantagruel, y emprendí el nuevo calvario de buscar librero. Hubo un valiente que se atrevió a imprimir a Gargantúa; pero los libreros no quisieron venderlo, y así, a pesar de su buen deseo, no pudo emprender la publicación de Pantagruel.
[...] Tras esta revisión de los inicios de la fortuna de Rabelais en España, la posición de Barriobero sigue siendo capital, tanto por su papel global de introductor del autor francés en España como por su posición específica de primer traductor español de las "obras completas" de Rabelais, que concibió con una metodología innovadora. Si a esto sumamos la vinculación del descubrimiento de Rabelais a la vanguardia republicana, en un momento en el que la vanguardia literaria española -pongamos por caso, los escritores de la "generación del 27"- estaba reivindicando la figura de Góngora, muy estetizante pero socialmente poco defendible, advertiremos la trascendencia de la aportación de Barriobero, precursor, frente a la propuesta de Ortega, de un arte humanizado y popular. Ésa fue y sigue siendo la esencia de su aportación.

BRAVO VEGA, Julián. "Eduardo Barriobero, primer traductor español de Rabelais" [versión íntegra anotada].


2 comentaris:

Anònim ha dit...

Genial entrada, llena de informaicón y ¡muy didáctica!

Saludos

enedelate ha dit...

Gracias, Bárbara. Y enhorabuena por tu blog. ;)
¡Te sigo!