Do de llengües de la URV




Des de fa un temps, la Universitat Rovira i Virgili posa a l'abast de tothom el seu Do de Llengües, un espai on trobar recursos en línia per resoldre dubtes lingüístics, corregir i traduir documents, aprendre català i altres llengües. Dins l'apartat dedicat a la resolució de dubtes, són especialment interesants la Praxi lingüística (llibre d'estil de la URV), l'Optimot (consultes lingüístiques de la Secretaria de Política Lingüística en col·laboració amb l'Institut d'Estudis Catalans i el Centre de Terminologia TERMCAT) i altres Recursos en català.

Ddt (Día del Traductor)


30 de septiembre de 2009. Homenaje a Mario Merlino
Entre las 18:00 y las 20:00 horas 
Plaça del Rei, Barcelona

Este miércoles, 30 de septiembre de 2009, los traductores de tres asociaciones ganan la calle para homenajear al recientemente desaparecido Mario Merlino.

Tres asociaciones profesionales de traductores de amplio arraigo en Cataluña y el resto de España (ACEtt, APTIC y ASETRAD) ganan la calle y dedican un espectáculo de voces, máscaras y lecturas a la memoria del recientemente fallecido poeta y traductor Mario Merlino, así como a demostrar que la visibilidad del traductor es el único camino hacia la dignificación de una profesión cuya labor rigurosa y discreta no siempre recibe la retribución y el reconocimiento que merece. La traducción está presente en todos y cada uno de los aspectos de nuestra cultura, hasta el punto de poder decirse que es el hecho cultural por excelencia. Libros, periódicos, películas, canciones, folletos, declaraciones, todo se traduce. El propio Umberto Eco (autor de, entre otras obras, Apocalípticos e integrados, El nombre de la Rosa, El péndulo de Foucault o Baudolino) afirma que la lengua de Europa –y por qué no, del mundo– es la traducción. Entre la idea y la palabra tiene lugar un proceso de traducción.

El lema de la convocatoria, -Traduzco, luego existo-, pone de manifiesto esta característica de la creatividad humana y, a la vez, reivindica la existencia física del intérprete de las palabras ajenas, pero también subraya la proyección del profesional a través de sus traducciones; así, la voz de Mario Merlino seguirá existiendo en su poesía y en sus traducciones, de las que se conocen sobre todo las que hizo del escritor portugués António Lobo Antunes, por las que mereció el Premio Nacional de Traducción 2004. Merlino fue hasta su fallecimiento presidente de la Sección Autónoma de Traductores de la ACE y durante años formó parte de la junta directiva de CEDRO. Fue un poeta de enorme expresividad, valentía y descaro, y un amigo entrañable y tenaz.
Fuente: Asetrad


Varias asociaciones de traductores han organizado encuentros en diversas ciudades del territorio español con motivo del Ddt. ACEtt publica una lista donde figuran los actos programados, día, hora y lugar de celebración; allí mismo encontraréis información adicional.

La teoría de la traducción en Ortega y Gasset


 La fractura nacional que abrió la guerra dejó a Ortega sin voz: ¿a quién dirigirse?, y sobre todo, ¿qué decir, cuando la palabra se empeñó para evitar el combate? Su silencio es el abandono de la plaza pública, porque las bombas le han dejado sin plaza; es, su silencio, la herida que la guerra inflige a su palabra, una herida de la que ya no sanará.

Es más que probable que lo que Ortega llamó una vez "babelización" de sus escritos, para referirse a su traducción a las principales lenguas europeas, constituyera la raíz de su sentida meditación sobre los problemas que acarrea la traducción. Ésta daba a su obra una dimensión nueva, desconocida hasta entonces: la posibilidad de ampliar su público, de llegar a otros lectores que a los inicialmente destinada, la posibilidad de trascender la circunstancia española -origen y meta, siempre, de su reflexión. Mundano como era, esto no podía ser más que un motivo de orgullo para él; y si embargo, bien pronto se dio cuenta que este salir de sí, que este ir más allá de su circunstancia a que le obligaba la traducción de sus libros, llevaba parejos multitud de problemas. Problemas ante los que no cerró los ojos, y que trató de resolver con esfuerzo e inteligencia: ahí están para demostrarlo esos prólogos para franceses, ingleses y alemanes con que hacía acompañar sus obras en el extranjero para suplir el defecto que la ausencia de la circunstancia española pudiera ocasionar a sus escritos.



Construcción y destrucción de la Torre de Babel, s. XIV.
Miniatura 8 de la Crónica de Constantino Manasés (c. 1130 - c. 1187)


Esta meditación, al contacto con los problemas señalados, dio sus frutos en un ensayo publicado en 1937 titulado Miseria y esplendor de la traducción. Se trata, por tanto, de un producto de la plena madurez de Ortega, inscrito en lo que él mismo denominó con garbo platónico su "segunda navegación", después (aunque él no lo diga así) de su decisivo encuentro con Heidegger, que al final de los años veinte habría de marcar poderosamente el sucesivo desarrollo de su pensamiento. Había sobrevivido, además, mientras esta meditación se gestaba, la guerra civil; nada hace pensar en ella leyendo este escrito, aunque sabemos que Ortega estaba profundamente afectado por aquella trágica realidad: no la menciona y, sin embargo, haberse decidido a poner en limpio sus pensamientos sobre la traducción en aquel preciso momento, confiere a su silencio una expresividad clara que lo dice todo. Ocuparse de la traducción es contribuir a levantar un puente que supere los conflictos -aunque ese puente es siempre objeto de mira de la artillería de ambos contendientes.

Por cuanto en sí misma motivada, la meditación sobre la traducción no se dio como un acontecimiento aislado en Ortega, lo que sin duda contribuyó a enriquecerla, sino que advino en un marco más amplio y bien determinado: el de la reflexión sobre el lenguaje. El estudio del lenguaje ocupa un puesto de primer orden en la recta final del pensamiento orteguiano: primero, porque es un pernio fundamental para poder entender la articulación entre el individuo y la sociedad, lo que desarrollará en El hombre y la gente, y segundo, porque la reforma de la filosofía que se propone llevar a cabo no se puede acometer sin una reforma del viejo lenguaje de la metafísica. Todo esto dará lugar en los años cuarenta a la aparición de un buen número de escritos en los que se asoman sus investigaciones sobre el lenguaje. Y a pesar de su importancia, esta indagación no adquiere un carácter orgánico y sistemático, sino que siempre mezclada con otros temas irá gestando una lenta modulación que le llevará a la formulación de lo que él mismo llamó una "nueva lingüística". Sin embargo, este interés por lo lingüístico que se hace explícito y se manifiesta en la madurez de su pensamiento no puede hacernos olvidar aquellas preocupaciones iniciales que sobre el estilo y la escritura acompañaron los primeros escritos del joven Ortega. No podía ser de otro modo en quien sintió la vocación de escritor y publicista antes que la de filósofo. En las Meditaciones del Quijote, su primer libro, el lenguaje juega un papel fundamental como mediador del eje vida/cultura que recorre toda la obra. El problema del lenguaje, pues, "está a la raíz de su obra, como una vena soterrada de inspiración, que sólo de tarde en tarde aflora a la superficie, pero cuya pulsación no deja de fluir".


I
 "El asunto de la traducción, a poco que lo persigamos -nos dice Ortega-, nos lleva hasta los arcanos más recónditos del maravilloso fenómeno que es el habla". De este modo, en su pensamiento, la miseria y el esplendor de la traducción, este doble efecto contrastante, está ligado a lo que posteriormente llamará la "gracia" y "desgracia de la palabra". Es decir que el lenguaje está sujeto a un doble proceso de desvelamiento y ocultación de la realidad -términos que ganaron fortuna y fama con la extensión del pensamiento heideggeriano. El lenguaje es presencia de lo ausente, una forma de acercarnos una lejana realidad a la inmediatez circunstancial de nuestro vivir. Ésta sería la gracia del lenguaje, su don mágico. Sucede, sin embargo, que lo que nos acerca el lenguaje no es la cosa misma, sino su nombre, un esqueleto o abreviatura de la misma, su concepto. "Y, si no nos andamos con cuidado -nos previene Ortega-, si no desconfiamos de las palabras, procurando ir tras de ellas a las cosas mismas, los nombres se nos convierten en máscaras que, en vez de hacernos, en algún modo, presente la cosa, nos la ocultan." La desgracia del lenguaje es, pues, ese destino suyo que le obliga a caer, a perder la fuerza y el brillo que poseía en el momento del desvelamiento para oscurecerse y convertirse en máscara a través de un lento proceso de desgaste al que son sometidas las palabras en el uso cotidiano de la lengua. Esta erosión a que constatemente está sometida la lengua provoca lo que Ortega llama nuestro "hablar en broma", frente a un "hablar en serio" que se correspondería con el momento auroral del lenguaje que conserva aún el valor sagrado de las palabras.

"Una lengua es un sistema de signos verbales merced al cual los individuos pueden entenderse sin previo acuerdo." Pero tal sistema no es algo dado de una vez por todas: junto a la gracia y desgracia de la palabra, en el lenguaje, se da un proceso dinámico de generación y decaimiento. La lengua es un organismo vivo. Todo el pensamiento lingüístico de Ortega tiene una profunda deuda con los estudios de Humboldt. Fue este pionero de los estudios lingüísticos quien primero vio la necesidad de interpretar las lenguas en sentido dinámico; porque el lenguaje no es un producto acabado, una obra, sino una actividad infinita, es enérgeia y no ergon. Frente a esta perpetua actividad del lenguaje, el hombre se puede situar de dos maneras: una es la perspectiva del hablar, que consiste en la aceptación pasiva del dominio lingüístico, hablar es decir lo ya dicho, un mero reproducir que en el pensamiento orteguiano se proyecta en la dimensión ética de la vida inauténtica. Decir, en cambio, consiste en no resignarse a los usos establecidos, en entrar en conexión o en sintonía con la misma actividad del lenguaje; quien dice, crea, es un "creador" que persigue devolver a las palabras el esplendor perdido con el uso, volver a conectarlas con el devenir. Éste es el héroe orteguiano, quien se sitúa activamente frente a una tarea infinita, lo que se conecta ahora con la dimensión ética de la vida auténtica.



 Camineros en Saint-Rémy, 1889
 Vincent Willem van Gogh (1853-1890)

El lenguaje es un elemento importante en el proceso de humanización. Para explicar su génesis Ortega recurre en El hombre y la gente a la elaboración de un mito al viejo modo platónico, buscando un esclarecimiento ulterior al conocimiento alcanzado mediante la razón discursiva. El mito del origen del lenguaje otorga un papel preponderante a la fantasía: ésta sería la causante del "mundo interior" en el hombre, que se iría llenando de imágenes y fantasmagorías que presionarían por salir fuera. Para comunicar este su mundo interior, el hombre no puede recurrir a la mera señal que hace presente al otro algo del mundo externo; para hacerse presente, el mundo interior se necesitaba de algo que mostrara lo que no era presente, lo absolutamente ausente por pertenecer a una esfera privada: el lenguaje surge, pues, no como designación de las cosas del mundo externo, sino como mostración de lo oculto. El lenguaje conserva siempre este aspecto "energético", creador y poiético, que acabamos de ver, de modo evidente, desde su consideración genética.
Este operar de la fantasía sobre el lenguaje será el causante de la aparición del mundo. El mundo es el producto de la interacción del hombre sobre su contorno natural, para hacer de éste último un lugar habitable, una morada. El mundo es el contorno natural humanizado. Y esta humanización del contorno constituye una herencia que el ser histórico del hombre traspasa de generación en generación. "Lo primero que el hombre ha hecho en su enfronte (sic) intelectual con el mundo es clasificar los fenómenos, dividir lo que ante sí halla, en clases. A cada una de estas clases se atribuye un signo de su voz, y esto es el lenguaje. Pero el mundo nos propone innumerables clasificaciones y no nos impone ninguna. De ahí que cada pueblo cortase el volátil del mundo de modo diferente, hiciese una obra cisoria distinta, y por eso hay idiomas tan diversos con distinta gramática y distinto vocabulario o semantismo. Esta clasificación primigenia es la primera suposición que se hizo sobre cuál es la verdad del mundo; es, por tanto, el primer conocimiento. He aquí por qué, en un principio, hablar fue conocer." De este modo, la diversidad de las lenguas se liga con simplicidad a la diferente interacción de cada pueblo con su particular contorno geográfico y, además, se hace ver con claridad el efectivo nexo entre el lenguaje y el conocimiento: "el lenguaje es la ciencia primitiva", un orden que se impone para hacer habitable el mundo.

Pero Ortega no se detiene aquí; su investigación sobre el lenguaje lo lleva a un descubrimiento paradójico: en su esencia íntima el lenguaje se compone de silencios, el mundo habitable que se levanta sobre el contorno circunstancial hunde sus cimientos en el silencio. El silencio se constituye, así, como la condición de posibilidad del lenguaje: "la condición más fuerte para que alguien consiga decir algo es que sea capaz de silenciar todo lo demás". Pero el silencio se compone de dos realidades que Ortega, en su análisis, quiere precisar: una es lo "inefable" de la lengua, una limitación que consiste en lo que la lengua no puede decir de ningún modo. "La inefabilidad es un factor positivo e intrínseco del lenguaje. Cada sociedad practica una selección diferente en la masa enorme de lo que habría que decir para lograr decir ciertas cosas, y esta selección crea el organismo que es el lenguaje. Conste, pues, que la lengua nace ya como amputación del decir [...] Cada lengua va moderada por un espíritu selectivo diferente que actúa en el vocabulario, en la morfología, en la sintaxis, en la estructura de frase y período." Frente a lo inefable de la lengua, se sitúa lo "inefado": "todo aquello que el lenguaje 'podría' decir pero que cada lengua silencia por esperar que el oyente pueda y deba por sí suponerlo y añadirlo. Este silencio es de distinto nivel que el primero; no es absoluto sino relativo, no procede de la inefabilidad fatal sino de una consciente economía".

Esta clarividencia de Ortega frente a los silencios de la lengua, de cada lengua, no podía sino hacerle ver el problema de la traducción como un espinoso camino lleno de dificultades. A ello se sumaba esta doble condición del decir que en su "axiomática para una nueva filología" resume en dos proposiciones: "1.º Todo decir es deficiente -dice menos de lo que quiere; 2.º Todo decir es exuberante -da a entender más de lo que se propone." Estos axiomas ponen en evidencia uno de los errores que, a decir de Ortega, más ha contribuido a la comprensión del fenómeno del lenguaje. El lenguaje no es la expresión precisa del efectivo pensamiento, sino el intento, no siempre logrado, de expresarlo. Frente a la lengua como enérgeia, como decir, se sitúa la lengua como uso ya establecido, como habla. Ortega se refiere a un "destino verbal" de todos los hombres para marcar este dominio heredado de la lengua que se nos impone, el mundo en el que se nace, los carriles categoriales por los que nuestro pensamiento habrá de circular. "Las lenguas nos separan e incomunican no porque sean, en cuanto lenguas, distintas, sino porque proceden de cuadros mentales diferentes, de sistemas intelectuales dispares -en última instancia de filosofías divergentes." Sabemos que, en el pensamiento orteguiano, el hombre viene considerado como el ser que no tiene un ser determinado ni fijo, sino que consiste precisamente en írselo haciendo. Por lo tanto, sólo quien logra convertirse en creador podrá llevar a cumplimiento su ser. Este núcleo metafísico, referido al lenguaje, quiere decir que sólo quien logre sobreponerse al peso de lo históricamente heredado, a la "lengua madre", y consiga articular, frente al uso establecido, lo poiético de la lengua, podrá realizar satisfactoriamente su vida. La escritura, por tanto, viene definida como un auténtico acto de rebeldía.



 La caída de los ángeles rebeldes (1562)
Pieter Brueghel el Viejo (c. 1525 - 1569)

El primer problema con que se encuentra, pues, el traductor es el de traducir la rebeldía del autor frente a un uso consolidado de la lengua. Esta rebeldía es el estilo de cada autor. A ella hay que añadir, siempre en el ámbito de las dificultades que se perfilan a la hora de traducir, el estilo propio que cada lengua posee, su "forma interna", por usar una expresión humboldtiana. "Por tanto, es utópico creer -nos dice Ortega- que dos vocablos pertenecientes a dos idiomas, y que el diccionario nos da como traducción el uno del otro, se refieren exactamente a los mismos objetos. Formadas las lenguas en paisajes diferentes y en vista de experiencias distintas, es natural su incongruencia. Es falso, por ejemplo, suponer que el español llama bosque a lo mismo que el alemán llama Wald, y, sin embargo, el diccionario nos dice que Wald significa 'bosque' [...] Los perfiles de ambas significaciones son incoincidentes como las fotografías de dos personas superpuestas la una sobre la otra." Los problemas del estilo y la incongruencia de las lenguas constituyen, de este modo, el punto de partida de Ortega para afrontar el problema de la traducción, que pronto se revela como permanente flou literario.

La miseria de la traducción alcanza su punto culminante a la hora de afrontar el silencio de la lengua, el silencio que es, como hemos visto, toda lengua. La incongruencia de las lenguas alcanza también a sus respectivos silencios: lo que una lengua calla, por consabido, por inefado, otra necesita hacerlo explícito, decirlo, para lograr una comprensión del texto; lo mismo ocurre con el dominio de lo inefable. Por eso Ortega se da cuenta de la necesidad de "traducir el silencio", porque "cada lengua es una ecuación diferente entre manifestaciones y silencios. Cada pueblo calla unas cosas para poder decir otras. Porque todo sería indecible. De aquí la enorme dificultad de la traducción: en ella se trata de decir en un idioma precisamente lo que este idioma tiende a silenciar. Pero, a la vez, se entreve lo que traducir puede tener de magnífica empresa: la revelación de los secretos mutuos que pueblos y épocas guardan recíprocamente y que tanto contribuyen a su dispersión y hostilidad; en suma, una audaz integración de la humanidad".

La traducción es, para Ortega, no el movimiento consistente en traer la obra original a la lengua del lector, sino el movimiento contrario que saca al lector de sí y lo lleva a la lengua del autor. "La traducción no es un doble del texto original; no es, no debe querer ser la obra misma con léxico distinto. Yo diría -dice Ortega-: la traducción ni siquiera pertenece al mismo género literario que lo traducido. Convendría recalcar esto y afirmar que la traducción es un género literario aparte, distinto de los demás, con sus normas y finalidades propias. Por la sencilla razón de que la traducción no es la obra, sino un camino hacia la obra. Camino hacia la obra, pues; camino que, al ser recorrido, nos aproxima a la obra. La traducción como aproximación y camino, se delinea, por tanto, como una tarea infinita, como un horizonte utópico que marca el norte de una actividad. Con la palabra "utopía", sin embargo, Ortega está muy atento: no afirma que la traducción sea una utopía, sino una actividad que se efectúa dentro de un horizonte utópico. La aproximación puede ser mayor o menor, y esto proyecta esta actividad hasta el infinito, lo que confiere que la traducción siempre sea susceptible de perfeccionamiento y mejora. Esto da al esfuerzo del traductor una dimensión ética que lo pone en relación con el sentido "deportivo" de la existencia, ese esfuerzo gratuito que eleva la vida por encima de sus miserias, haciendo de ella lo que él mismo ha llamado la "vida noble". La traducción, por tanto, en cuanto camino por hacer, es una actividad creativa y poética; y el traductor se perfila como un "creador", como un poeta.

MARTÍN, Francisco José. "La teoría de la traducción en Ortega" [versión íntegra anotada], en AISPI, Centro Virtual Cervantes, 2006, pp. 1-10.

Volve Nós



O caderno cultural de Xornal de Galicia volve aos quioscos e a Xornal.com, cada sábado cun novo deseño. Polo de agora, xa está en liña o número 30, publicado o pasado 19 de setembro.

És a dir: portal lingüístic de la CCMA



El projecte És a dir, portal lingüístic de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals va començar a gestar-se l'any 2003, coincidint amb el vintè aniversari de TV3 i Catalunya Ràdio, amb la intenció d'aprofitar els avantatges que proporciona el format web per oferir, d'una manera conjunta, els materials elaborats al llarg dels anys pels equips d'assessorament lingüístic de les diverses empreses de la corporació.

El 9 de febrer de 2006, l'És a dir es presentava públicament, fruit de la revisió i l'actualització de textos diversos redactats anys enrere:

  • El català a TV3. Llibre d'estil (TV3, 1998; 2a ed. rev.)
  • Criteris lingüístics sobre traducció i doblatge (TV3, 1997)
  • Orientacions lingüístiques (Catalunya Ràdio, 2001)
  • Llibre d'estil de CCRTV Interactiva (CCRTV Interactiva, 2005)

Des d'aquell moment, els continguts es revisen i s'amplien constantment, d'acord amb l'actualitat i les necessitats expressives diàries dels mitjans de comunicació catalans.

L'És a dir va destinat, en primer terme, als professionals dels mitjans, especialment als redactors, locutors, traductors i dobladors. Tot i això, pot ser una eina útil a molts altres professionals de la comunicació i l'ensenyament, a estudiants universitaris i, en definitiva, a qualsevol persona que estigui interessada en l'ús de la llengua a la ràdio i la televisió, i en la feina que fan dia a dia aquests serveis lingüístics.

Els exemples de l'ús de la llengua que s'hi recullen, tant els recomanables (marcats en negreta) com els desaconsellables (en cursiva), s'extreuen de l'experiència diària des del comencement de les emissions d'aquests mitjans.

No hi trobareu totes les paraules del català (no es tracta d'un diccionari ni d'una gramàtica) ni tots els noms propis rellevants (tampoc és una enciclopèdia), sinó tan sols aquells casos que han generat o generen algun dubte d'us, de grafia o de pronúncia. [...] L'És a dir pretén resoldre dubtes lingüístics i, per tant, és forçosament un complement d'altres webs (diccionaris i enciclopèdies de referència, portals d'actualitat informativa, etc.)

L'eina bàsica per resoldre un dubte lingüístic concret és el cercador, que trobareu destacat a la part superior de qualsevol pàgina del portal. Consulteu el document Ajuda a la cerca.

També podeu navegar-hi a través del mapa del web.

Tintín alguerès

En el dossier «Per molts anys, Hergé!» publicat al Presència de febrer arran del centenari del naixement del creador de Tintín, Salvador Garcia-Arbós remarcava que les aventures de Tintín es podien llegir en «setanta-cinc idiomes i dialectes, inclòs l’alguerès». Es referia a l’edició en català de l’Alguer de Tintín al país de l’or negre (Tintin au pays de l'or noir), publicada el 1995 a Barcelona per l’Editorial Joventut.

Deixeu-me avançar que es tracta d'una adaptació a l’alguerès a partir de la traducció catalana de Joaquim Ventalló. Els crèdits del llibre adverteixen que és una «adaptació al català de l’Alguer» a cura de 16 joves algueresos, amb coordinació i revisió d’Andreu Bosch i Rodoreda, del Centre de Recursos Pedagògics Maria Montessori de l’Alguer. També s’hi explicita que aquesta adaptació va rebre el «Guardó Francesc Manunta in memoriam dotat per la Fundació Jaume I». El llibre, a més, duia una faixa blanca que deia, en lletres vermelles, «Edició en alguerés» (amb accent tancat, d’acord amb la fonètica d’aquest dialecte). Se’n van fer només 400 exemplars, uns 250 dels quals es van distribuir gratuïtament entre els minyons i minyones de l’Alguer.

La idea va sorgir d’un projecte experimental d’adaptació de materials didàctics al català de l’Alguer per introduir l'alguerès a l’escola. Des del Centre Montessori —que jo coordinava com a lector de català a la Universitat de Sàsser— es treballava en dos fronts: la tasca d’un «Grup de Mestres», que proposava estratègies curriculars; i la del «Grup de Joves» (després, «Grup L’Arboix»), que elaborava materials didàctics adaptats a l'alguerès, com ara la publicació Mataresies. Periòdic al servici dels minyons, de la qual s’han fet una setantena de números d’ençà de 1995.

Vaig pensar que això del Tintín podia funcionar, i vam començar a treballar a partir del text de El cranc de les pinces d’or, del qual vam arribar a adaptar les primeres pàgines, amb el títol Lo granc de les pinces d’or. Però, a través de les gestions de Joaquim Arenas —aleshores responsable de les relacions entre Òmnium Cultura l i el Centre Montessori—, vam aprofitar que Joventut havia de reeditar Tintín al país de l’or negre. I entre tots aquells joves i la selecció d'uns criteris lingüístics vam tirar endavant la iniciativa.

Es tractava de fixar uns criteris que alhora respectessin l’ortografia catalana i l’acostament al català parlat a l’Alguer, tant des d’un punt de vista morfològic com lèxic i sintàctic. Vaig presentar aquests criteris a les Jornades de la Secció Filològica de l’Institut d’Estudis Catalans a l’Alguer (2000) en una comunicació titulada «L’ensenyament del català a l’Alguer i la qüestió del model de llengua».


Tintin.com


I vet aquí la primera frase del text: «Ara! Ara! Venc lego!» en lloc de la versió original «Ja va! Ja va! De seguida!», en boca d'un benziner. Seguida de la intervenció d’un dels Dupont, que diu: «I deixi-me calqui gotera per a l’encenedor...» enfront de «I deixeu-n’hi unes quantes gotes per a l’encenedor».

Però n’hi ha d’altres de ben il·lustradores: «I com: no és ver que tu sés vengut a me diure d’un càrrec d’armes i de municions?», pregunta el poderós xeic a Tintín; o «Donques tu m’has dit una mentida, fill de cutxo!» en lloc de «Llavors tu m’has mentit, fill de gossa» (p. 17).

I acaba el llibre amb l’enrabiada del capità Haddock per les mataresies (‘trapelleries’) d’Abdallah, el fill de l’emir, «la mia coqueta olida» o «lo meu pardalutxo cantador» (p. 61): «Mataresa! Mataresa! Ja el pot ben diure! Però, per saber la continuació de la mia història, no comptau més amb mi. Llamp de llamp, és acabat, i ben acabat» (p. 62).

Val a dir que en aquesta etapa inicial del Centre Montessori vam elaborar altres materials didàctics adaptats a l’alguerès, amb assajos a l'aula per copsar la viabilitat del model de llengua que proposàvem: Contes de Tolstoi. Quadern de lectura i exercicis (1994 i 1995), Pinocchio (1995), Robin Hood (1996), i d’altres que van venir després, sobretot a cura de Luca Scala , actual coordinador de Centre Montsessori.

I ves per on aquest Tintín del país de l’or negre alguerès s’ha convertit en una peça de col·leccionista més buscada que les perles pels tintinaires àvids d’aquesta «raresa» bibliogràfica.

Traduccions de Tintin au pays de l'or noir (1950, primera edició francesa en color):
1950, neerlandès; 1961, danès; 1962, castellà; 1965, català; 1967, alemà; 1967, brasiler; 1968, suec; 1972, anglès; 1973, finlandès; 1975, americà; 1975, islandès; 1978, italià; 1978, indonesi; 1978, islandès (segona versió); 1979, noruec; 1984, grec; 1985, gallec; 1986, vasc; 1988, japonès; 1990, portuguès; 1993, bengalí; 1995, alguerès.


BOSCH I RODOREDA, Andreu. "A propòsit de l'edició en alguerès de Tintín al país de l'or negre", en El Punt, 21/02/2007.

"Las erratas son las últimas en abandonar el barco"

Si a un joven redactor se le preguntara ¿qué es un corrector? seguramente señalaría la herramienta de Windows o la del sistema operativo de su medio. Recuerdo que muchos niños (no sé si estadounidenses o europeos) respondieron en un estudio sobre conocimientos generales que la leche procedía del tetrabrik, no de la vaca.

En un periódico impreso (y en la web, también ¿por qué no?) el viejo corrector era un tipo que se las sabía todas, desde el lío de las esdrújulas hasta las cuestiones de concepto, como que Carmina Burana de Carl Orff [sic] no es una ópera sino una cantata, y ayudaba a que el producto colectivo fuese lo más impoluto posible, que las erratas molestan al lector y generan sensación de descuido.

En el Libro de Estilo de mi periódico se asegura que la errata es responsabilidad de quien la escribe, y es cierto, pero desde que se teclea en el ordenador existen varios controles que deberían eliminarla, y no es Windows el más fiable. El último de todos eran los correctores profesionales que poco a poco fueron fagocitados por otras tareas productivas que los distraen de su especialidad primera. Así salen muchos diarios.


Tres mujeres y tres lobos, c. 1900

Eugène Grasset (1841-1917)


Son numerosos los chascarrillos que corren sobre las erratas. Una de las mejores se refiere a un periodista que a mediados del siglo pasado se empeñó en escribir un texto titulado “En este artículo no hay erratas”, o algo parecido, y que tecleó personalmente en la linotipia tras corregir el borrador decenas de veces. No sé si por envidia, broma, mala follá o pésima suerte al día siguiente salió “En este artículo no hay irratas”. Manolo Saco, amigo y hermano mayor, columnista de Público y miles de cosas más en esta santa profesión (evité escribir oficio por razones obvias) sostiene que en un periódico “las erratas son las últimas en abandonar el barco”.

Ya lo hice en una de las viejas propuestas contra la molicie, pero os recomiendo un libro: Vituperio (y algún elogio) de la errata de José Esteban (Editorial Renacimiento). Arranca con una cita genial de Mark Twain: “Hay que tener cuidado con los libros de salud; podemos morir por culpa de una errata”.

[...] En un trabajo de individualistas, perdón de especialistas, como el nuestro existen expertos que ayudan a coser una cultura colectiva. Sin cultura colectiva no hay periódico ni sentimiento ni nada.


LOBO, Ramón. "Los correctores saben lo que es una cantata" [versión íntegra], En la boca del lobo, 09/09/2009.


¿Corregir al autor?

Normalmente, a las personas que están empezando a traducir, ya sea en centros de educación superior en donde se imparten enseñanzas regladas o simplemente con el asesoramiento de traductores con experiencia, se les suelen dar dos normas distintas sobre la forma de enfrentarse con los errores en los textos originales. A grandes rasgos, lo habitual es indicar que si se trata de un texto «no consagrado» (adjetivo que uso para denominar en español lo que el profesor de traducción Peter Newmark llama non-authoritative texts) el traductor, al percatarse de un error, debe corregirlo «de oficio». Si encuentra una inexactitud en las cifras, en los datos o en las fechas, o incluso en el uso gramatical, o bien algún lapsus en el texto que está traduciendo, tiene que enmendarlo. Su deber para con su cliente es mejorar el producto, y ofrecer al lector de la traducción un texto lo más exacto posible. De lo contrario, corre el riesgo, además, de que quienes se percaten del error se lo atribuyan a la traducción. En el caso de los textos «consagrados» (authoritative texts), que son los textos literarios, religiosos (textos sagrados) y políticos o administrativos (constituciones, leyes) no se debe enmendar nada, y en todo caso, lo que se debe hacer es anotar la posible inexactitud.

El caso que voy a exponer está en el campo de lo literario. Este verano recibí el encargo de la editorial NorteSur, de Barcelona, para traducir un relato de la autora estadounidense Edith Wharton (1862-1937), titulado «Souls Belated» (1899), para su publicación como «minilibro». En la labor de traducción me encontré con dos cosas que me llamaron la atención y que me pareció que había que enmendar. Empezaré por la segunda, pues a mi entender es un caso de error o lapsus que conviene remediar: en el tercer capítulo, la protagonista, Lydia, se encuentra en el jardín de un hotel italiano y otra señora alojada allí se le acerca con el propósito de averiguar lo que han estado hablando los compañeros de ambas (a pesar de las referencias a los maridos, ninguna de las dos está casada con su pareja, pero ambas se hacen pasar por casadas). El diálogo en inglés dice así (la primera que habla es la «señora Linton»):

“I want you to tell me what my husband said to your husband last night.”

Lydia turned pale.

“My husband—to yours?” she faltered, staring at the other.1

Parece bastante evidente que, o bien hubo un error por parte del tipógrafo que compuso el texto en el pasado, error que se ha ido repitiendo en sucesivas ediciones (aparte de la de Penguin Books, que la editorial me mandó para basar en ella la traducción, manejé otras para comprobarlo), o la autora tuvo un lapsus en cuanto a los posesivos. La respuesta de Lydia no tiene sentido tal como está en el original. Debo confesar que en un primer momento no me di cuenta de esta incongruencia, y que solo cuando le di el texto a leer a otra persona (que no vio el original, práctica muy recomendable pero no siempre posible), fue ella quien me indicó que seguramente me había despistado al traducir, y que el orden debería ser el contrario. Entonces volví al original de Penguin y a las otras ediciones y comprobé que no era así: yo había traducido «fielmente», pero al hacerlo había perpetuado el error o lapsus, pues creo que no se puede interpretar de otra forma; no parece haber ninguna razón que justifique que Lydia diga lo que pone el original. Como aquí no cabía consultar a la autora, lo que sí me pareció conveniente fue hablar con los editores, quienes estuvieron de acuerdo en que procedía incorporar la enmienda sin más anotaciones. Así lo hice, y en la traducción, que aparecerá en la primavera de 2009 con el título de Almas rezagadas, se lee lo siguiente:

—Quiero que me cuente lo que le dijo mi marido al suyo anoche.

Lydia palideció.

—¿Su marido… al mío? —balbuceó, mirando a la otra fijamente.


Tacuina sanitatis (siglo XIV)

Biblioteca Casanatense


Quiero hacer otra observación, y es que las decisiones como esta pueden variar según el tipo de edición que se esté preparando. En este caso, se trata de un «minilibro», que solo contiene este relato (son libros cortos, de formato pequeño, y con poco aparato crítico; libros para lectura cómoda en viajes, por ejemplo). En una edición académica de las obras de Wharton, y tras una labor de investigación y consulta más extensa de distintas ediciones, tal vez habría que incluir una nota explicando el aparente lapsus y la decisión de traducción. En este caso opino, como mis editores, que no es procedente.

La segunda decisión es más discutible, y estoy dispuesto a admitir que mi traducción es «menos fiel» al original porque añade algo que no está en él (y por lo tanto rompe una de las «normas de oro» de D. Valentín García Yebra). Sin embargo, me resultaba demasiado raro dejarlo igual que en el original.

Ocurre en el primer párrafo del relato. La protagonista y su pareja están viajando en tren por Italia, y se da esta descripción de un viajero que iba en el mismo compartimiento:

…their only remaining companion—a courtly person who ate garlic out of a carpetbag—had left his crumb-strewn seat with a bow.2

Mi impresión fue que seguramente faltaba algo de texto, ya que me parecía muy extraño que alguien comiera solo ajo, y que además ese ajo dejase migas. Primero pensé en «pan de ajo» que puse tentativamente en la primera versión. Después comprobé que en las otras ediciones también aparecía solo garlic. Es posible que la visión de la autora estadounidense, para quien el consumo de ajo por los mediterráneos seguramente resultaba muy llamativo, diese por hecho que también había algún otro elemento, probablemente pan, como parece indicar la alusión a las migas. A mí no me agradaba escribir que el caballero «comía ajo sacado de una bolsa de viaje», con lo cual, también tras consultarlo con los editores, opté por añadir, y puse que comía «pan con ajo».

En otras ocasiones he tenido la suerte de poder consultar al autor. Cuando traduje Mailman, novela del estadounidense J. Robert Lennon, de 2003, en el último capítulo encontré una incoherencia: se hacía alusión a un acontecimiento que el lector debía conocer desde el primero, pero la alusión era a un episodio distinto a ese. Le consulté y me aclaró que en efecto había sido un descuido suyo: en una primera versión, que fue apareciendo por capítulos en revistas, el incidente del capítulo primero era el mismo que se recoge en el último, pero al revisar la novela para su publicación como libro decidió cambiarlo, y no cayó en hacerlo también en ese último capítulo. Me pidió que lo enmendase en la traducción, con lo cual la versión española (Cartero, Tropismos, Salamanca, 2005) es más coherente en ese aspecto. Cuando se traduce a autores vivos, la consulta directa es sin duda el mejor procedimiento. En otros casos, el sentido común (que, aparte del dominio de las lenguas y entornos culturales, es la base de la traducción) y la consulta a los editores nos deben ayudar a tomar la decisión, si es necesario, de quebrantar la norma general y enmendar el original, incluso si este es un texto literario.


TODA IGLESIA, Fernando. "¿Puedo corregir a la autora? Decisiones en la traducción literaria", en Puntoycoma, n.º 110, noviembre/diciembre de 2008.


1 Edith Wharton (1995), Souls Belated. Penguin 60 s Classics, Londres, p. 28-29.
2 E. Wharton 1995: p. 1.

Maria-Mercè Marçal: dona, de classe baixa i nació oprimida

El Diccionari de la Llengua Catalana de l'Institut d'Estudis Catalans defineix "subalterna" com aquella persona que és "inferior a una altra en rang o condició". Aquesta expressió ha estat extensament emprada per la crítica cultural en les darreries del segle XX davant la problemàtica de definir les persones que són sempre les altres respecte als subjectes polítics i culturals dominants. Original del teòric marxista Antonio Gramsci, que l'utilitzava en lloc de proletariat en els seus escrits de presó per eludir la censura, la noció de "subalternitat" va fer fortuna en els anys vuitanta paral·lelament en el Grup d'Estudis Subalterns promogut per l'historiador hindú Ranajit Guhava i en la crítica hindú resident als Estats Units Gayatri Chakravorti Spivak.
En 183, el cèlebre i polèmic article "Can the subaltern speak?" ("Pot parlar la persona subalterna?") (1993), Spivak critica els SSG (són les sigles angleses per Grup d'Estudis Subalterns) i tots aquells col·lectius acadèmics que pretenen parlar en nom dels i de les subalternes. Sosté que la subalternitat no pot parlar perquè sempre ocupa el lloc del significant; és a dir, sempre hi ha algú que s'apropia de la seva veu. En aquest article, el més llegit d'Spivak i un dels que han promogut més lectures, crítiques i interpretacions en els cercles acadèmics postcolonials dels últims temps, també qüestiona els SSG perquè no tenen en compte la sexuació de la subalternitat, atès que d'aquesta manera converteixen les dones en la subalternitat dels subalterns.

El gener de 2006, Gayatri Chakravorti Spivak participà en un seminari al Museu d'Art Contemporani de Barcelona sobre "Feminisme i deconstrucció", en el qual deixà clar que, tot i que la subalternitat és una posició que pot aparèixer en diferents contextos i sota diferents formes, ella no és una subalterna ni en el seu país, l'Índia, on representa les classes privilegiades, ni en el país on treballa, els Estats Units, on pertany a la comunitat acadèmica de més alt nivell (Asensi 2006). És obvi que no és legítim comparar la marginalitat de moltes dones del mal anomenat "Tercer Món" amb la de la lluita teòrica d'algunes intel·lectuals del "Primer Món". No obstant això, encara que diferents i incommesurables, totes són subjectes subalterns femenins que comparteixen trets no hegemònics i els cal fer-se sentir, les unes per sobreviure vitalment, les altres per sobreviure culturalment.


Tombes d'herois antics, 1812
Caspar David Friedrich (1774-1840)


La poeta i traductora Maria-Mercè Marçal va escriure sovint sobre els seus trets no hegemònics, el que ella va anomenar la "triple rebel·lió", tres fets donats que assumia parafrasejant l'oració dels antics jueus en què agraïen a Jahvè ésser mascles, lliures i del poble elegit. A Cau de llunes (1977), el seu primer llibre de poemes afirma: "A l'atzar agraeixo tres dons: haver nascut dona, de classe baixa i nació oprimida." Amb el temps ella mateixa va explicar que, de les tres circumstàncies, dues van pesar més: la condició de dona i la llengua. Nosaltres voldríem afegir-n'hi una altre: la traducció.

A "Meditacions sobre la fúria", com en molts altres escrits, Marçal reivindica la necessitat de construir una genealogia pròpiament definida, atès que la genealogia de la cultura universal és masculina i només hi consten alguns noms de dones i "sempre d'una en una, sense aparent relació entre unes i altres i sempre en el nom del Pare" (2004: 139). Marçal anima les escriptores a buscar desesperadament mares i germanes literàries. En aquesta comunicació volem cercar mares i germanes traductores, dones que al llarg del segle XX han traduït al català, per plaer o per encàrrec, autores i autors majoritàriament universals i que, a més, han parlat sobre el procés de la traducció. La seva tria particular d'originals, els textos introductoris a les seves versions i els comentaris que han rebut mostren que tenim al davant una història de la traducció en femení, la qual, però, en bona part ha estat invisibilitzada fins ara.

Com ja van asseverar amb rotunditat els pares de la deconstrucció, parlar i escriure no és mai un acte neutre. Evidentment triar els textos per traduir, tampoc. La selecció de textos que es traslladen en una època i en un país està estretament lligada, entre altres qüestions històriques, socials i polítiques, al vincle que uneix l'autora i la traductora. Es tracta de vincles emocionals que demanen estudiar el territori contingent en el qual la traductora es mou i examinar, com apunta Antoine Berman (1995), "l'horitzó" que embolcalla el producte traductològic. Dins d'aquest mosaic de relacions n'hi ha de molt variades i dissemblants: des d'admiració, complicitat i afinitat, fins a militància, solidaritat o sonoritat, per dir-ho en paraules de Marçal.


L'arbre de la llibertat, 1798
James Gillray (1756-1815)


[...] A partir dels anys seixanta i setanta, en moments de represa de consciència ideològica i literària, el grau de militància per la llengua i per la cultura pròpies empeny algunes traductores a girar obres universals a la nostra llengua, a més de les qüestions econòmiques i la passió que puguin sentir vers aquests noms i textos. Carme Serrallonga (1909-1997), amb més d'una cinquantena de títols i autors alemanys, anglesos i italians, i Maria Aurèlia Capmany (1918-1991), amb més d'una trentena de francesos, italians i anglesos, en són les grans precursores.

Serrallonga explicava que havia començat a aprendre la llengua germànica per poder conèixer a fons l'obra de Brecht, a qui reverenciava i de qui és considerada la gran introductora a Catalunya, a més d'altres autors germànics, com Döblin, Dürrenmatt, Goethe, Handke i Mozart, anglesos com Forster i Jane Bowles (qui també la fascinava), i italians com Bassani, Pirandello i Scola. Als vuitanta-quatre anys, Serrallonga es posà a estudiar rus pel plaer de poder llegir Txékhov i sembla que, abans de morir, traslladava poemes d'una altre rusa universal que estimava i admirava, Anna Akhmàtova. A més del compromís amb la llengua i el país, per a Serrallonga foren centrals i alhora indestriables els profunds vincles que nuà amb Akhmàtova, Bowles, Brecht, Döblin i tants d'altres, vincles que, en bona part, es converteixen en pautes de treball i fonaments de vida. En aquest sentit, en una entrevista amb Lourdes Mañé i María Dolores Herrera, la traductora sosté (1985: 172-173): "A mí m'és impossible de traduir Büchner, Brecht, Dürrenmatt, Jean Genet, amb una idea preconcebuda de 'ho faré així'. M'haig de crear un estat d'esperit, i he de rectificar contínuament, i he de refer, fins que poc a poc sembla que el mateix autor et vagi indicant el camí."

Més endavant, en els anys vuitanta i noranta, quan s'entra en una etapa de relativa normalització lingüística i literària, i quan la nostra nòmina d'autors traduïts al català comença a fer goig, sorgeixen una altre mena de tries traductològiques, producte de consciències col·lectives i afinitats ideològiques entre autoria i traductores. Algunes professionals, com Montserrat Abelló (1918), Maria Àngels Anglada (1930-1999), Helena Valentí (1940-1990), Marta Pessarrodona (1941), Maria Antònia Oliver (1946) i Maria-Mercè Marçal (1952-1998), que sovint compaginen l'ofici d'escriure amb el de traduir, advoquen per introduir nous textos i signatures.


La Plume, 1896
Alfons Mucha (1860-1939)



[...] Segurament Maria Antònia Oliver és una de les traductores catalanes que han especulat amb més perspicàcia sobre el procés traductor. En referència a la seva versió de Moby Dick (1984), Oliver explica la situació de corda fluixa en què es troba la traductora que s'acara al trasllat d'un text originari:
"I en aquest punt es presenta una dualitat difícil de franquejar: la lluita contra la literalitat i la facilitat de la versió lliure. La tendència que te el traductor vers la transcripció literal d'una llengua a un (sic) altra és un xuclador perillosíssim en què, si hi creus, traeixes no solament l'autor, sinò les dues llengües que compares en el moment de traduir. A més, el resultat sol ser un embolic inintel·ligible. A l'altre cantó està la versió lliure: llegeixes una frase, entens què vol dir, i l'engipones a la teva llengua de manera que, poc més poc manco, vulgui dir el mateix i soni bé. Però aleshores també es prepetra la traïció, perquè en literatura és important no solament allò que es diu, sinó com es diu, i cada autor diu les coses d'una manera i cadascú sap perquè les diu així i no així deçà. I el traductor no és qui per esmenar l'autor." (1985: 23)
Oliver ens proposa dansar entre la "transcripció literal" i la "versió lliure", viure en un espai de frontera que respecti l'autor i les dues llengües, malgrat les múltiples travetes (lèxiques, sintàctiques, de registre, etc.) que poden aparèixer, com a ella mateixa reconeix que li va passar amb el text de Melville: "Moby Dick ha estat una navegació apassionant però plena d'esculls, en la qual més d'una vegada he estat a punt de perdre el nord i la paciència, cosa que no m'ha passat gràcies, justament, als farers que m'han orientat." (1985: 24)

[...] En l'article sobre les traduccions de Capmany, Oliver introdueix una altra vella metàfora de la història de la traducció occidental, la traïció, i apunta (1992: 261): "Traduir és trair. I fins que no assumeixes que les traduccions que fas són una traïció a l'obra original, no podras traduir tranquil·la i, a més, no gaudiràs fent-ho sinó que hi patiràs, i treballar patint és una de les millors fòrmules per fer-ho malament."

GODAYOL, Pilar. "Triplement subalternes" [versió íntegra], en Quaderns n.º 15, 2008.

Xavier Queipo, primeiro tradutor ao galego de David Foster Wallace

Estaba reclinado na mesa dunha cafetería do Calvario, en Vigo, saboreando un café cortado e lendo Canaima, impresionante novela de Rómulo Gallegos sobre a selva do Orinoco, cando nun descanso da lectura abrín o xornal e velaí a noticia da morte pola propia man de David Foster Wallace. O primeiro que pensei tiña moito que ver coa novela que estaba lendo nese instante: outro rapaz devorado pola selva! Despois de ler o obituario, sentín unha mágoa intensa pensando o que David me fixera gozar coas súas historias Brief Interviews with Hideous Men (Pequenas entrevistas con xente horríbel) e pensei mesmo a sorte parella que levara anos atrás o seu admirado Kurt Cobain (outro rapaz consumido pola selva!).

Cando falo de selva, por suposto, falo dunha selva interior, dunha sensación de baleiro e malestar, de angustia e tristeza, que vai medrando como liana envolvente nas mentes sensíbeis cando se confrontan coa realidade abafante da sociedade que nos ten tocado vivir. Supoño que este cúmulo de sensacións ten moito que ver coa capacidade de adaptación de cadaquén ao nicho ecolóxico onde habitamos, cos ideais que imos deixando polo camiño, coa ditadura da realidade, tan insoportábel para moitos, tan angustiosa para outros, tan laminadora de esperanzas para os máis. Fálase tantas veces de tendencias suicidas, mais eu non sei se existen de verdade ou son simplemente resistencias abortadas, dificultades de adaptación, selección natural dos máis sensíbeis. Quen sabe. A selva é así, inmensa na súa capacidade de absorción de enerxía, caótica no seu equilibrio, omnívora compulsiva, triste no solpor cando a luz foxe e atacan os cínfanos, pegañenta como sambesuga enorme, cruel cos febles e putrefacta no seu chan de follas acamadas e formigas podadoras. Que lles vou contar que non saiban da selva onde vivimos!


Akela, o lobo solitario, 1895

John Lockwood Kipling (1837-1911)


Non estou certo que fose o escritor máis significado da súa xeración. Abomino deses cualificativos grandilocuentes e inxustos, pois desprezan a variabilidade inherente ao acontecer artístico, mais do que estou certo é que encheu o meu tempo con ideas luminosas, con fragmentos de prosa magníficos, que me tocaron na cerna do ser. Non son amigo de recomendacións esaxeradas, pois o que a min me causou pracer pode ser vicio nefando para outros, presento pois o que sinto e máis nada. Para min foi imaxe dun innovador na literatura, na temática e na forma, tantas veces relegada ao ámbito académico, pois a literatura negocio case sempre abomina das novidades formais e procura produtos de consumo e lectura fáciles. David Foster Wallace viviu nesa fronteira salvaxe da literatura, cruzando a galope a chaira que antecede á foresta. Xa se sabe o difícil que é subsistir na selva dacabalo dunha besta!

Innovación, claridade de ideas, voz propia, triste máis non carente por iso de fino humor e de ironía, prosa tentacular, como se ten definido con certeira metáfora, a obra de David Foster Wallace e desas creadas para ficar, pois para algúns, como el titulara un dos seus relatos, Death is not the end.

Pouco máis que dicir pois que seguimos vivindo no vórtice da foresta. Se cadra unha curta, sincera e breve despedida: Deica logo, colega!


QUEIPO, Xavier. "Goodbye Pale!", en Galicia-Hoxe, 04/09/2009


La angustia del traductor

Traducir, se diría, es algo que se hace necesario debido a la diversidad de las lenguas. Pero esto, expresado así, resulta demasiado ambiguo. No es que primero tomemos conciencia de la diversidad de las lenguas y después nos pongamos (algunos) a traducir. La actividad de la traducción está, al menos in nuce, inscrita en la simple conciencia de la diversidad de las lenguas, en la primera experiencia de la existencia de otras lenguas distintas de la nuestra. Y sólo en esa experiencia puede el hablante enterarse de la existencia de esas "extrañas" entidades de las que hablaba Saussure. Sólo ante el espesor o la densidad de una lengua que no entendemos -pero de cuyo carácter formal de lengua no dudamos ni un momento, aunque se nos escapen todos sus contenidos- comenzamos a sospechar ese mismo espesor en nuestra propia lengua. Son, pues, paradójicamente, las otras lenguas las que nos hacen conscientes de que nosotros también tenemos una, una que es algo más que el simple instrumento al servicio de nuestras intenciones mentales o que el mero reflejo del mundo que nos rodea. Desde ese preciso instante, surge la cuestión de lo que Tomás Segovia llama en estas páginas "mismidad" (entre comillas), es decir, la cuestión de poder decir "lo mismo" en diferentes lenguas. Pero, a partir de ese primer hallazgo, la perplejidad no hace más que aumenta, pues a la idea misma de "correspondencia" de significados entre lenguas se antepone la dificultad de que, en cada una de las lenguas (y esta es otra de las cosas que la necesidad de traducir nos hace notar), cada término no tiene un significado único, ni siquiera a menudo uno prevalente o privilegiado. Suponemos que aquello que los chomskianos denominan "la intuición del oyente-hablante" permite a cada cual detectar el significado correcto o adecuado en cada momento, elegirlo de entre todos los posibles, sin vacilar. Pero esa intuición es precisamente la que falta -salvo en casos de bilingüismo perfecto, que son rarísimos- a quien se propone traducir. Y precisamente por ello, ya desde antiguo, la actividad de los traductores ha luchado por convertir en algo semejante a una "técnica" ese arte de elegir el significado adecuado que para quien habla su lengua materna es "inmediato". Los traductores llaman a menudo "reducción de la ambigüedad" a esta técnica que consiste en determinar, según el contexto, el significado que ha de seleccionarse de entre toda la galaxia de potencialidades semánticas que encierra cada una de las palabras de un texto.

Arquímedes pensativo, 1620
Domenico Fetti (1588-1623)


Estas decisiones son auténticas incisiones que cortan el discurso por un determinado lugar y en un determinado sentido, abriendo trayectorias interpretativas difícilmente reversibles, que encaminan al lector en una dirección y lo inducen a abandonar todas las demás vías posibles. Sólo quien ha aceptado alguna vez esta responsabilidad conoce la angustia del traductor, que se encuentra solo en esa tierra de nadie que es la frontera imposible entre dos lenguas, demasiado lejos de la suya como para poder recurrir a su habitual depósito de criterios involuntariamente aprendidos, pero no tan inmerso en la ajena como para poder emprender uno de esos caminos -y desechar los restantes- sin el temor de estar internándose en una "senda perdida" o de dejarse guiar por un "falso amigo" que, en lugar de sacarlo del laberinto, lo llevará ante la feroz presencia del Minotauro, que en este caso no es el sinsentido, sino ese "otro sentido" errado que lo hará acreedor del título de traidor, tan generosamente dispensado por la crítica, especialmente cuando ésta se erige en guardiana de una presunta ortodoxia literal que mantiene la fidelidad a un texto que, también para el traductor, debe ser sagrado. "Reducir la ambigüedad según el contexto" no es, por supuesto, una fórmula que se pueda aplicar mecánicamente.

SEGOVIA, Tomás y José Luis Pardo. Miradas al lenguaje [versión restringida]. México: El colegio de Mexico, 2007, pp. 9-11.

Bloomsday, 16 de junio de 1904


Ulysses padeció la persecución y la censura en varios países, pero especialmente en Estados Unidos, por parte tanto del Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio como del Servicio de Correos. Eso fue así por razones de “moral pública” y rechazo a su estilo de escritura, por el sonoro choque que se producía con el gusto de la época. Gadamer lo ha puesto en unos términos que vienen al caso: “ El gusto evita en general lo que se sale de lo habitual, todo lo excesivo. Es un sentido superficial, que no desea entrar en lo original de una producción artística.” En este sonoro choque, Joyce no sólo baraja y da de nuevo diferentes niveles de lenguaje, diferentes estados y épocas de la lengua, sino que, con gestos obscenos, va rasgando las vestiduras de la lengua al tiempo que goza revolviendo entre sus pliegues.


Foto en Paris, 1923, con quienes apoyaban la circulación en EEUU de Ulysses. De izquierda a derecha: Ford Madox Ford, editor; James Joyce; Ezra Pound, poeta y escritor; y John Quinn, abogado que defendía a la "Little Review" de las causas por la censura.
Fuente: El Sigma

Antes de completada, la obra se fue publicando por entregas en la Little Review, revista literaria de Nueva York. Joyce había desatendido el prudente consejo de Silvia Beach de no adelantar esa circulación por capítulos, previsora de que, si uno de ellos era rechazado, eso pudiese acarrear impedimentos para la edición de la obra entera. Así fue como el servicio de Correos norteamericano, que había empezado por rechazar algunos, encontró en el capítulo 13 la piedra del escándalo: Leopold Bloom sostiene en la playa de Sandymount un juego erótico distante con Gertry MacDowell; se insinúa el orgasmo, subrayado con unos fuegos artificiales que explotan después del juego de miradas y cierto exhibicionismo de Gertry, descarados para la época. Por ello se prohibió su circulación y luego la del libro, finalmente editado en 1922 por Silvia Beach bajo el sello de la Shakespeare and Company, nombre de la célebre librería inglesa ubicada frente a los muelles del Sena en París, lugar constante de cita de escritores de habla inglesa.

En 1933, un juez neoyorquino desestimó las opiniones del Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio y, en contra de todo precedente, autorizó la circulación, venta y edición en territorio estadounidense del Ulysses de Joyce. El siguiente fragmento de su argumentación no carece de gracia: "Respecto a las repeticiones del tema sexual en las mentes de los personajes, debe recordarse que el ambiente era céltico, y su estación, la primavera." Y más adelante: "Ciertas escenas pueden resultar un trago más bien fuerte para ciertas personas, pero mi opinión es que el efecto de Ulysses en el lector es, sin duda, un tanto emético (vomitivo) pero en ningún momento afrodisíaco." Tras las instancias de apelación, el libro fue finalmente autorizado.

En la biografía de Silvia Beach se dice que, en 1939, Frank Budgen le recordó a Joyce que alguna vez había encontrado deseables a las mujeres desde un punto de vista físico. Él le respondió: "Tal vez. Pero ahora sus cuerpos me importan un comino, sólo me interesan sus vestidos." Análogamente, diremos que un fresco Joyce eróticamente se atareaba e interesaba en las múltiples vestiduras de la lengua (y así acudimos a una imagen de manto y pliegue al estilo barroco), que traslucen un cuerpo pulido y brillante, móvil y monumental, por momentos remotamente clásico. O bien en el vaivén de lo heterogéneo y heteróclito, un orden adventicio, fresco y propio de la azarosa lengua. Una lengua que viste y besa la boca abierta del caos.

AUTINO, Gloria E. y Juan Carlos Mosca. "Joyce. Bloomsday. Florecimiento, frescura y censura". Jornadas James Joyce, junio de 2004. Centenario del Bloomsday. (Escrito para su publicación por Letra Viva, elSigma.)

Sobre o Ulysses de Joyce

O título da novela, que fai alusión ao héroe da épica clásica de Homero, lémbranos a importancia do que T. S. Eliot chamou "método mítico". É dicir, Joyce establece en Ulysses toda unha serie de paralelismos co mito clásico que son empregados polo autor para explorar a condición da vida moderna. As analoxías coa mitoloxía funcionan ademais como parodias que cobran especial relevancia no contexto da Irlanda de principios de século que Joyce está a retratar. En último termo, a novela tece toda unha complexa rede de implicacións baseadas precisamente no establecemento de analoxías, simetrías, paralelismos e parodias, que resultan fundamentais para unha interpretación consecuente da mesma. O paralelismo máis evidente é a viaxe heroica de Ulises no seu retorno a Ithaca (sic) despois da guerra de Troia, o motivo que subxace a toda unha trama narrativa e que Joyce invoca de xeito burlesco no deambular errático do xudeu-irlandés Leopold Bloom por Dublín durante o único día de xuño de 1904. O propio autor aclarou os paralelismos homéricos nun esquema que fixo público despois de que a novela vira a luz e que traza a correspondencia de cada un dos 18 capítulos cun episodio concreto da épica clásica.

Con todo, a pesar da recorrencia de certas correspondencias estructurais e temáticas, nin as referencias de carácter simbólico nin as entrañas estilísticas e lingüísticas se poden explicar de xeito mecánico cando nos somerxemos na lectura dunha novela tan complexa e caleidoscópica como Ulysses. Así o recoñece Xavier Queipo na súa reflexión sobre a experiencia "hercúlea" de traducir a novela cando aclara que é unha "obra mutante e babélica" (51). Efectivamente, a novela muda continuamente de discurso, de estilo e mesmo de lingua de capítulo a capítulo, pero, tamén nun mesmo episodio e aínda máis, nun mesmo parágrafo, precisamente para suxerir a mutabilidade e a multiplicidade da experiencia. Da descrición dunha acción pasamos sen transición á evocación da resposta mental dun personaxe, e da conciencia dun individuo á doutro sen máis indicación que o emprego dunha determinada verba ou a selección dun determinado detalle. Máis ca dun texto estamos a falar aquí dun hipertexto saturado de referencias, connotacións e alusións mediante as que Joyce explota as posibilidades de significación da lingua inglesa ata límites insospeitados. Non hai en Ulysses usos inofensivos da linguaxe, ao contrario, os xogos de palabras, as recorrencias léxicas, os poemas, as citas literarias, as cantigas, pero tamén a elección de nomes propios, as referencias xeográficas, históricas e políticas conseguen crear unha complexa rede de significado onde nada é só o que (a)parece.


Non é pois extrano que Ulysses teña dado tanto que falar no ámbito dos estudios de tradución onde a obra de Joyce é observada polos críticos como paradigma único para o debate teórico sobre as posibilidades e imposibilidades que acompañan a tarefa do tradutor. O certo é que Joyce ataca a noción de que o contido está disociado da forma ou, o que é o mesmo, que é posible desligar o significante do significado. En Ulysses a linguaxe non constitúe unha canle de comunicación transparente, senón que funciona poñendo significados que se van creando a partir dun entretecido de invocacións e evocacións. Máis alá do establecemento de referencias claras, as palabras invocan significados alleos, non inmediatos nin evidentes, que o propio texto vai evocando a través desa complexa e caleidoscópica creación de referencias da que falaba con anterioridade.

A linguaxe convértese aquí na gran protagonista xa que, como destaca Fritz Senn, unha autoridade no que respecta á tradución da obra de Joyce: "there seems to be more to the handling of language than ever before" (27). Segundo o prestixioso crítico, o tradutor de Ulysses atoparase con dificultades que probablemente non teña experimentado nunca antes xa que os usos "opacos" da linguaxe fan que o texto orixinal deba ser lido como se fose unha tradución ou, como explica el, como unha continua "intra-tradución".

[...] No caso concreto de Ulysses, independentemente de teorizacións sobre se é "posible" ou non traducir un texto desta envergadura, o feito de que existan innumerables traducións deixa en evidencia o carácter teórico e mesmo utópico deste tipo de reflexión crítica. A verdade é que as traducións que saen normalmente ao mercado non se fan para os críticos nin os teóricos, senón para un público lector que, por suposto, cre que a tradución é a arte do posible e mesmo se achega ao texto traducido como se ese fose o único texto.


CANEDA CABRERA, Teresa. "Quen lle ten medo a James Joyce?: Reflexións en torno á inminente tradución galega de Ulysses" [versión íntegra], en Viceversa, n.º 12, 2006, pp. 79-91.