Decálogo del traductor literario


© UrbanMinistry


1. Traducir es escribir
Y dominar la lengua. Y amarla. Hallar placer en ella.


2. Traducir es leer
Libros, libros, libros.

Y el libro que traduces.


3. Traducir es descubrir y analizar
Descubrir el libro según se va traduciendo.

Descubrir cómo está construido.
Y cómo están construidas sus palabras, sus combinaciones de palabras,

sus juegos de palabras.
Analizar el estilo, los recursos, los hábitos y los tics del escritor.


4. Traducir es interpretar
Como un músico.

Como un actor.
E interpretar en el sentido de: acertar con el verdadero significado de una cosa. En esta acepción: NO es, no puede ser una interpretación personal. Sino una correcta comprensión del texto original.


5. Traducir es jugar
Con la lengua.

Y jugar a meterse en la piel de otro. De ser otro por un tiempo. Si estuviera escribiendo en francés, diría: jouer en el sentido de juego y en el sentido de asumir un papel.


6. Traducir es aprender
Aprender el mundo del autor.

El mundo: navegación, flora, fauna, cárceles, jergas, medicina, depende...
Aprender a buscar y a conocer y a usar las herramientas de trabajo... diccionarios, fuentes de información... y, en la actualidad la informática.

Investigar.
Mantenerse al día. Conocer el hoy y el ayer.

Ser un humanista en el sentido renacentista de la palabra.


7. Traducir es enseñar
En el sentido de mostrar.

En el sentido de ser correa de transmisión.


8. Traducir es obedecer
Al autor.

Al libro traducido.
Al respeto debido al lector.


9. Traducir es transgredir
Porque esa obediencia, para ser tal, tiene muchas veces que romper con los moldes del texto original y crear otros nuevos. Decir otra cosa para decir lo mismo. Traducir, pues, es ser otro y también uno mismo.


10. Traducir es trabajar
Saber cumplir con quien te emplea y saber exigir a quien te emplea.


Traducir es, a modo de recopilación y robándole a Pierre Michon un título, ser "maître et serviteur".