La traducción, según Nabokov

Vladimir Nabokov
(Fuente: Alétheia-MuiP).

El pasado 12 de junio se cumplieron cincuenta años del estreno de Lolita (1962), uno de los grandes clásicos del cine. Vladimir Nabokov celebraba su segundo cincuentenario, esta vez por el guión que hubo de escribir a instancias de Kubrick, la adaptación menos "fiel" a su ejercicio novelesco de 1955.
El novelista ruso salió (con mala gana aliviada por un buen salario) de su refugio suizo de Lugano y voló a Los Ángeles en enero de 1960, donde escribió lenta y laboriosamente un guión recio, sólido y prolijo que, con varias compresiones de tiempo, algunas rectificaciones de estructura y un aumento de dos años en la edad de la niña Dolores Haze -los 12 y medio que tiene en la novela se convierten en los 14 y medio de la actriz Sue Lyon- en el guión de rodaje de Kubrick, se convirtió en el filme de 1962 (Fernández-Santos, 2002.)
Resulta curioso que precisamente la fidelidad (traductora) fuera una de las grandes preocupaciones teóricas del autor ruso con pasaporte estadounidense. Como apunta Arnal (2004):
Jane Grayson resume la teoría de Nabokov sobre traducción en dos características principales. En primer lugar, la personalidad y los puntos de vista del traductor no deberían afectar en lo más mínimo a la obra. En segundo lugar, el traductor debería esforzarse por reproducir exactamente las características léxicas y estilísticas del texto, con todas las imperfecciones que este presenta y no debería intentar corregir, mejorar o poner al día el texto original. El rigor es más importante que hacer un texto legible y fluido.
Nabokov publicó muchos artículos sobre traducción en los años cuarenta y cincuenta. En sus primeros artículos, sólo se fijará en los problemas que surgen al traducir una obra, pero más tarde ya pasará a formular su doctrina de "traducción literal", que se irá repitiendo en artículos, introducciones y comentarios , tanto en inglés como en ruso. En la introducción a su traducción de la obra Geroi nashego vremeni (A Hero of Our Time), de Mijaíl Y. Lérmontov, trata con desdén a aquellos que la tradujeron antes que él al inglés. Argumenta que el traductor honesto es el que posee la virtud de la fidelidad y que sacrificará de buena gana la gramática o el buen gusto por las exigencias de la exactitud en sus traducciones. Se rebela contra aquellos que propugnan que la traducción se debe leer con fluidez y debe sonar como si no se tratara de una traducción.
A partir de su traducción al inglés de Evgueni Onegin (Eugene Onegin), de Aleksandr S. Pushkin, confeccionará su propia teoría sobre traducción. La obra de Pushkin lo ocupó desde 1958 hasta 1964. La propia introducción constituye una fuente teórica importante. Se cuestiona si es posible la traducción poética y él mismo se responde diciendo que la auténtica traducción es sólo la literal, que consiste en traducir tan exactamente como las capacidades sintácticas y asociativas de otra lengua lo permitan el significado contextual exacto del original y que reproducir al mismo tiempo las rimas y el poema entero es matemáticamente imposible, comentario que figura en el estudio realizado por Bruno Osimo (1999) sobre las autotraducciones de Nabokov. Además, en la introducción tachará de adaptaciones a las traducciones al ruso que se realizaron a finales del siglo XVIII y principios del XIX desde lenguas de partida de cultura occidental. Esas traducciones suponían un único vínculo con la cultura extranjera, por lo que para él la falta de fidelidad influye en la literatura rusa, ya que las citas y referencias hechas a posteriori se basan en la versión rusa, sin tener en cuenta el original.
Sin embargo, parece que el Nabokov traductor no siempre predicó con el ejemplo:
No todas sus traducciones son fieles reproducciones del original. Nabokov es un revisor compulsivo y, cuando se trata de traducir sus propias obras, suele aprovechar para hacer modificaciones sustanciales y rehacer el texto, sobre todo con la finalidad de reforzar su estilo y desplegar su abanico de artificios literarios (Arnal, 2004).
Surge, en este punto, un sinfín de preguntas sin respuesta. A modo de justificación, podríamos hacer cábalas y conjeturar que quizá, para el escritor, la autotraducción no fuera más que una mera adaptación o "declaración"; ya decía Fray Luis de León (1561) que "el que traslada ha de ser fiel y cabal, y si fuere posible contar las palabras, para dar otras tantas y no más", mientras que "el extenderse diciendo y el declarar copiosamente la razón que se entienda, y con guardar la sentencia que más agrada, jugar con las palabras, añadiendo y quitando a nuestra voluntad, eso quédese para el que declara...". Pero también cabe tener presente que toda teoría es falible, aunque la haya formulado el mismísimo Nabokov.


Referencias

ARNAL, Marta. "La traducción de los juegos de palabras en Lolita, de Vladimir Nabokov". [artículo íntegro], 19 de marzo de 2004.
LEÓN, Fray Luis de. "Traducción literal y declaración del libro de los Cantares de Salomón", 1561 [versión digital en Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2008]. Reproducción digital basada en Escritores del Siglo XVI. Tomo segundo. Obras del maestro Fray Luis de León, Madrid, M. Rivadeneyra, 1855, pp. 247-284, Biblioteca de Autores Españoles desde la formación del lenguaje hasta nuestros días; 2.
SANTOS-FERNÁNDEZ, Ángel. "El oscuro vuelo de la nínfula" [artículo íntegro], en El País, 12 de julio de 2002.