Estrategias de trabajo

Lente, 2005.
(c) Paulo Cesar.

Parece que los traductores --tanto profesionales como novatos-- emplean una de las dos siguientes estrategias globales de trabajo: una consiste en empezar por una primera traducción-esbozo, que después mejora en varias fases consecutivas hasta que el resultado parece corresponder al grado de perfección requerido (procedimiento A). La otra se podría caracterizar como un "salto por encima de la valla cultural" a la cultura meta, desde donde probablemente se realizarán algunos movimientos atrás, para volver a acercarse más al texto base, si esto es lo que exige el encargo de traducción (procedimiento B). El procedimiento A se presenta como el más "seguro" (no alejarse demasiado del texto base para producir una traducción lo más "fiel" posible); pero tiene la desventaja de que incluso después de dos o tres pasos de mejora la valla cultural permenece ante el traductor, y cualquier caballo tendría dificultades para saltar una valla cuando la tiene demasiado cerca. Si continúa en este lado de la valla, la traducción seguirá siendo un texto propio de la cultura base, aunque en lengua meta. Para decidirse por el procedimiento B se necesita más coraje, y la desventaja aquí puede ser que algunos detalles del texto de origen se pierdan en el salto. Conviene, por lo tanto, después de arribar a la cultura meta, mirar hacia atrás para recobrar los elementos del bagaje que todavía falten para producir una traducción adecuada. Si el encargo exige la reproducción de ciertas características formales o estilísticas del texto base, puede ser que hagan falta dos o tres o incluso más pasos atrás, pero en todo caso el nuevo producto será un texto que pertenece a la cultura meta.

Puede que el salto sea puramente psicológico; una cuestión de perspectiva, como la diferencia entre una copa medio llena y una medio vacía. Sin embargo, el procedimiento B ofrece una herramienta extremadamente valiosa: el repertorio textual de la cultura meta.

[...] Necesitamos una serie de parámetros generales que pueden tener distintas formas en las dos culturas. Por ejemplo, hay diversas maneras de
- distribuir la información en la macroestructura del texto, sea partiendo de los aspectos generales hasta llegar a los más específicos (o al revés), o sea según el modelo FPSE (fondo, problema, solución, evaluación);
- organizar la progresión entre tema y rema;
- reforzar la cohesión mediante conectores, anáforas o catáforas;
- emplear estrategias metadiscursivas mediante enunciados que se refieren abiertamente a la propia comunicación, p. ej. "Volveremos a este aspecto más tarde...", "Como acabamos de explicar..."
- utilizar títulos o encabezamientos que indican el tema del apartado siguiente;
- especificar las cosas y los fenómenos que se mencionan por medio de adjetivos, frases preposicionales, oraciones de relativo, paréntesis;
- expresar implícitamente la actitud del hablante empleando partículas ilocutivas, el subjuntivo, diminutivos, un orden de palabras determinado, etc.

NORD, Christiane. "La intertextualidad como herramienta en el proceso de traducción" [artículo íntegro], en Puentes, n.º 9, marzo de 2010, pp. 9-18.

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